Abogacía, Estado de Derecho y coronavirus

2020-03-21 | El Decano Informa

 

Cada día, a las ocho de la tarde, salgo a aplaudir a los sanitarios que ponen en juego su salud para combatir este dichoso virus que está atacando el planeta como lo haría la más fantasiosa de las películas de ciencia ficción. En ese aplauso incluyo también al ejército, cuerpos y fuerzas de seguridad, empleados de los supermercados, medios de comunicación, jueces, letrados de la Administración de Justicia, fiscales, funcionarios, abogados y, sobre todo, a los abogados de oficio. Muchas veces pasa inadvertido el papel fundamental que desarrollan -desarrollamos- para el correcto funcionamiento del Estado de Derecho y de la Democracia, y en las complicadas circunstancias actuales no es menos importante.

 

Nos encontramos en una situación inédita, con la población confinada en sus casas como el mejor ejemplo de patriotismo y la manera más eficaz de luchar contra esta enfermedad. En realidad, no todos. Entre esos profesionales que se la juegan cada día, demostrando una solidaridad y vocación de servicio público admirables, están los abogados de oficio, que defienden el indispensable derecho de defensa a riesgo de contraer el coronavirus y de contagiar a sus propias familias.

 

La histórica reivindicación de mejora de los irrisorios baremos con que la Junta de Andalucía paga a los abogados de oficio queda en suspenso. Ahora la preocupación es otra: por supuesto que la abogacía malagueña prestará asistencia jurídica a todos los ciudadanos que lo precisen, pero el Colegio de Abogados de Málaga está exigiendo con contundencia que se cumplan todas las medidas de seguridad.

 

En los últimos días hemos demostrado que se puede prestar asistencia sin poner en riesgo la salud de ninguna de las partes, utilizando medios telemáticos, mascarillas y guantes y respetando las distancias de seguridad.

 

El coronavirus ha trastocado todos los protocolos y procedimientos. Entiendo que no está siendo fácil para nadie, que tenemos que adaptarnos y ser flexibles, pero debemos partir de la base del objetivo que compartimos: evitar la propagación.

 

En el Colegio de Abogados de Málaga hemos tomado numerosas decisiones para proteger a los letrados, al personal y a los ciudadanos. Nadie sabe con certeza cuánto durará el estado de alarma ni el alcance social y económico que tendrá, pero los efectos son ya devastadores. Y estas consecuencias tendrán -están teniendo ya- un efecto especialmente cruel con colectivos como el de la abogacía. La ecuación es muy sencilla: si no hay actividad, si los plazos procesales están suspendidos, si no hay juicios salvo los declarados urgentes, no hay clientes ni negocio ni ingresos en los despachos.

 

No somos sospechosos, en mi humilde opinión, de no defender a ultranza los intereses de nuestro colectivo, y por eso acabamos de aprobar una serie de medidas muy importantes para ayudar a los profesionales de la abogacía malagueña. Las más importantes son las siguientes:

 

Hemos ratificado un acuerdo por el que el Colegio asume el pago de las cuotas de los abogados correspondientes al CGAE y al CADECA, que ascienden a 350.000 euros; hemos suspendido la cuota del segundo trimestre de 2020; hemos creado un fondo de ayudas a colegiados por importe de 600.000  euros que se repartirán del modo más adecuado, justo y equitativo posible; elaboraremos un dossier sobre los ERTES que se colgará en la web colegial; hemos compramos mascarillas y guantes para los letrados de oficio, dadas las carencias en algunos centros de detención y juzgados; y exigimos a la Junta de Andalucía el pago inmediato del cuarto trimestre de 2019 del turno de oficio y asistencia a detenidos.

 

Los expertos afirman que la cara más fea del coronavirus aún está por llegar y tenemos que estar preparados. Va a ser duro, lo está siendo ya, estar aislados, sin contacto físico con muchos de nuestros seres queridos. La abogacía es una profesión que implica una alta sociabilidad. El trato con los clientes es fundamental. Estos días, a veces me sorprendo pensando que esta crisis puede cambiar este modo de comportamiento. Entonces me rebelo y niego la mayor, ese maldito virus no podrá con nuestra forma de ser ni de relacionarnos.

 

Málaga, ciudad cosmopolita, motor económico del sur de Europa, polo de atracción turística mundial, es una de las provincias más castigadas por esta crisis. Teníamos muchas papeletas, todo hay que decirlo, por ese continuo trasiego de personas que vienen y van, por eso movimiento continuo que la hace tan atractiva para visitar, para invertir y, por supuesto, para vivir. Málaga, la primera en el peligro de la libertad, como reza en el escudo de la capital, saldrá victoriosa de esta batalla. Porque estamos en guerra, qué duda cabe.

 

 

Francisco Javier Lara Peláez

Decano del Colegio de Abogados de Málaga

 







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