Como conocemos la mayoría de los que nos dedicamos a la Abogacía, el pasado mes de diciembre del 2017 se presentó en el IV Congreso de Derechos Humanos organizado por la Fundación Abogacía Española el resultado de la encuesta sobre igualdad de género en la Abogacía realizada durante el mes de octubre pasado a unos 2.000 abogados y abogadas.
Mucho se ha escrito y hablado sobre el resultado de ese estudio y lo que más llama la atención es la diferente visión que sobre la igualdad en la profesión existe dependiendo de si las cuestiones planteadas son contestadas por los abogados o por las abogadas. El sexo masculino es por regla general más optimista que el femenino. Mientras que los abogados consideran que en la profesión en materia de igualdad se ha avanzado mucho, las abogadas no lo perciben así.
Esto a mi entender no creo que nos haya sorprendido. Cualquier conversación que se tenga sobre esta cuestión vislumbra que los hombres suelen coincidir en una misma visión y las mujeres en otra.
La cuestión es saber cuál es el motivo por el que ocurre y por qué cada sexo lo percibe de forma distinta. Analicémoslo.
Creo que influyen muchos factores porque aunque es una realidad que la situación de la mujer ha cambiado para bien a lo largo de los años, es cierto que el hombre valora ese avance desde una óptica mucho más optimista que la de la propia mujer y entiendo que lo es porque el sexo masculino vive esa realidad desde un enfoque lejano.
Francisco Campos Camas, analista de Metroscopia, doctor en Ciencias Sociales y especialista en estudios de género lo recoge así en la Revista del Consejo General Abogacía Española, en su número 107, de diciembre 2017, "...cuando se analizan los datos por género, la realidad que refleja es muy distinta. Una clave fundamental de esta división de opiniones es que experimentar las consecuencias directas o indirectas de la desigualdad condiciona seriamente la percepción que se tiene sobre la misma".
Para las abogadas el hecho de tener las mismas posibilidades de acceso en su carrera profesional y el hecho de estar presentes en ella y en algunas ocasiones en mayoría, lo valoran positivamente aunque no es suficiente porque aspiran a superar todas las barreras que aún existen en la profesión y que son las que de forma clara recoge, como luego detallaré, el resultado de la encuesta realizada por Metroscopia.
Otro factor que influye en que se tenga diferente percepción según el sexo es el entorno social, cultural y educacional en el que se vive. En nuestro país, en la actualidad, conviven generaciones muy distintas. Por un lado, pervive la generación de los años 30. No olvidemos que la media de vida en España es de más de 80 años y en esa época la mujer se dedicaba a las tareas del hogar y al cuidado de los hijos exclusivamente sin pensamiento ni posibilidad alguna de trabajar en lo que no fueran las tareas domésticas.
Después tenemos la generación que podemos llamar intermedia que tenía más facilidad de acceso a la formación aunque la mayoría de ellas continuó dedicándose a las tareas domésticas y viviendo en un entorno principalmente patriarcal. Por otro lado, tenemos las generaciones de los años 60 a los 90 en los que el acceso a la formación universitaria en igualdad de condiciones ya era una realidad pero con el inconveniente de seguir siendo en su gran mayoría las que seguían y siguen asumiendo y compaginando de forma exclusiva las tareas domésticas y las profesionales y en un entorno en el que los métodos de trabajo y horarios continúan siendo los tradicionales. Y por último, conviviendo con las anteriores están las nuevas generaciones llamadas millennials, generación tecnológica, de excelente preparación que destaca por su afán de cambiar el mundo, que asoman unas prioridades y formas de vida totalmente distintas a las tradicionales y en las que se percibe que el rol de la mujer y el rol del hombre van en una misma dirección.
¿Qué quiero decir con esto? Que, salvo las generaciones recientes y venideras, las restantes, es decir la mayoría, que así lo será hasta que se produzca un cambio generacional, están viviendo en mayor o menor medida bajo un estilo de vida tradicional y patriarcal fruto del entorno familiar, social, educativo y generacional en el que se han desarrollado y lógicamente opinan según esas vivencias, experiencias y circunstancias. Y por eso sus percepciones actuales siguen siendo y son distintas según el sexo de quien provenga.
¿Y eso es bueno?, pues entiendo que no. Sus consecuencias negativas son evidentes. La encuesta demuestra que sigue sin existir una igualdad real, que queda mucho por recorrer y que mientas no cambiemos la forma tradicional de entenderla poco avanzaremos.
Y esto es cierto. En Europa, aún un 44% de la población cree que el papel fundamental de la mujer es cuidar de la familia y del hogar y el 43% afirma que el rol principal del hombre es trabajar y ganar dinero. Por lo tanto resulta más que evidente, los datos lo avalan, que uno de los grandes desafíos de nuestra sociedad sigue siendo el de alcanzar la igualdad real y que la realidad en que vivimos es una "igualdad disfrazada". Y no es una percepción, la mujer sigue siendo a día de hoy tratada de forma diferente.
Y aunque en la abogacía joven y en las instituciones dirigidas por mujeres como la del Consejo se observa un progresivo avance, -en el Consejo se ha duplicado en cinco años el número de consejeras-, aún queda camino por andar. Por ejemplo, en los colegios de abogados, sólo en 14 -entre ellos el de Málaga- de los 83 que hay existe paridad en la composición de las Juntas de Gobierno y sólo 12 tienen una Decana al frente.
Y, ¿qué podemos hacer?, pues seguir fomentando la formación en la igualdad de género, detectando y eliminando las barreras que impidan el acceso a la profesión en igualdad de oportunidades y de condiciones con un análisis de los factores que lo impidan. Apoyar y animar a que se creen iniciativas para visibilizar a la mujer. Luchar para invertir la pirámide de mandos y para que haya una mayor presencia de las mujeres en los puestos de dirección y de responsabilidad para poder influir con sus decisiones desde la misma posición que la del hombre y en definitiva exigir para las abogadas igual nivel de visibilidad, de representación y de poder que la de los abogados. Y en definitiva, querer y creer que se puede.
A continuación recojo los resultados de la encuesta que de forma evidente refleja lo que vengo manifestando. Mirad:
Para algo más de la mitad de los abogados, el 54%, no existe prácticamente desigualdad aparente entre ambos sexos en la abogacía. El 52% recalca que ambos cuentan hoy con las mismas facilidades. Sin embargo para el 58% de las mujeres, las abogadas cuentan con mayores obstáculos que los hombres, cuando esa percepción la expresan los hombres en minoría, el 26%. Para el 63% de los abogados ambos sexos tienen los mismos obstáculos para ejercer la abogacía.
Para el 67% de los hombres, en la abogacía no creen que predominen comportamientos machistas y sin embargo esto lo piensa sólo el 36% de las mujeres. La mayoría de las abogadas, el 62%, cree justo lo contrario.
Para el 61% de los abogados no hay desigualdad salarial, y sólo el 31% de las abogadas lo ve así. La mayoría de ellas, 62%, considera que son ellos quienes gozan de mayores ingresos.
En lo que se refiere a la conciliación de la vida familiar, personal y profesional también se observa diferencias al existir mayor insatisfacción en este sentido para las abogadas.
Ocurre también en la percepción que se tiene sobre su posición en los altos puestos y cargos de responsabilidad pues para la mayoría de las mujeres, el 77%, frente al 40% de los hombres, entiende que existe una barrera invisible a favor del hombre que desequilibra la proporción ente ambos.
Igualmente, el 77% de las mujeres frente al 54% de los hombres considera que no tener hijos ni familiares a quienes cuidar es un aspecto importante para lograr el éxito profesional.
No cabe duda. Existe desigualdad y queda mucho por cambiar. Sin embargo como no hay mal que por bien no venga estoy convencida de que su resultado sirve para la reflexión y para la acción. De hecho, la lucha por la igualdad de género es una de las prioridades del Consejo General de la Abogacía Española y está entre sus principales objetivos en el Plan Estratégico de la Abogacía aprobado para el periodo 2017-2020. Desde el Consejo además se han creado grupos de trabajo para el incremento de la formación de los profesionales de la abogacía en perspectiva de género, para que se promueva el acceso a la justicia en igualdad de condiciones y para que se impulse la presencia de las mujeres en las jornadas y encuentros que se organicen en torno a esta cuestión y a otras.
Desde el Colegio de Abogados de Málaga también se tiene como una prioridad la igualdad. Desde que la actual Junta de Gobierno tomara posesión de su cargo en el mes de noviembre del año 2016 con una composición paritaria de ocho abogados y ocho abogadas tenía claro, y así lo recogía su programa, la defensa de la igualdad en la abogacía malagueña como objetivo primordial. Ha creado la Comisión de Igualdad y Conciliación para promover y concienciar en la defensa de la igualdad real y efectiva en la profesión y para promover políticas de conciliación de la vida profesional y familiar de los abogados y abogadas, demostrando que es real con acciones como la de su participación en el taller de buenas prácticas que sobre conciliación tuvo lugar en Granada el pasado mes de mayo del año 2017 con motivo de las VII Jornadas de Junta de Gobierno en defensa de la conciliación y con la implantación en el propio Colegio de Abogados para su personal de un sistema integral de la conciliación, llamado Efr, de la Fundación + Familia y por haber obtenido el Certificado de Entidad Familiarmente Responsable, convencidos de los beneficios indudables de la conciliación en nuestra profesión que redundará en su favor, en el de la Institución, en los colegiados y en la sociedad en general, y por ser ejemplo y transmisor con conocimiento y valor de sus beneficios mostrando que la dificultad para conciliar es uno de los factores que perjudica y desfavorece el desarrollo profesional de la igualdad por los modelos de trabajo tradicionales implantados en nuestra sociedad con horarios interminables y sistemas de promoción irracionales e incompatibles con el desarrollo de la vida familiar.
Para finalizar, me centraré en una de las cuestiones negativas que recoge la encuesta. La brecha salarial.
El estudio refleja que la mayoría de las abogadas, el 63%, están por debajo de la media de los ingresos profesionales, 1.750€ mensuales, frente al 48% de los abogados y no entiendo que en el siglo XXI y a pesar de que la mujer representa al 51% de la población y de que cuenta con un nivel de formación igual o superior al de los hombres siga existiendo discriminación salarial. Me parece inaudito.
El estudio detalla que uno de cada diez hombres (10%) tienen unos ingresos superiores a los 5.000€ y que prácticamente el mismo número (8%) percibe menos de 1.000€ y que en cambio, sólo el 2% de las mujeres ingresa más de 5.000€ y casi una de cada cinco (17%) obtiene menos de 1.000€. Los datos son alarmantes.
La realidad es que en España la brecha salarial es de un 19,4% por encima de la media europea que es del 16,4%. Las mujeres cobran entre un 16 y un 17% menos que el hombre por el mismo trabajo. Y la pregunta es, y ¿cuáles son los motivos de que se dé esta situación?, y ¿por qué persiste?
Según el instituto de análisis Fedea, los motivos lo son porque casi el 70% de las labores domésticas las realizan las mujeres, que dedican 2,5 horas más al día que los hombres a ese tipo de actividad. Porque son mayoritariamente ellas las que supeditan su avance profesional al de sus maridos o parejas y quienes sacrifican los logros en el trabajo ante la maternidad, el cuidado de los padres o de los niños, pudiendo ser motivado por, i) la falta de valoración o infravaloración del trabajo y/o capacidades de la mujer, ii) los roles de género que determinan el papel que hombres y mujeres desempeñamos. Patrones de conducta que se aprenden desde la infancia, iii) la escasa presencia de la mujer en puestos de alto nivel y la baja representación en puestos relacionados con la política y la economía, entre otras, iv) por dedicar la mujer menos horas que el hombre al trabajo remunerado y tener, en consecuencia, una tasa de empleo menor. La mujer se encarga con más frecuencia de las tareas no remuneradas y está más horas alejada de la vida laboral. La tasa de empleo de las mujeres es de 11,6 puntos porcentuales inferior a la de los hombres. Los hombres dedican a tareas no remuneradas una media de 9 horas semanales y las mujeres una media de 22 horas. Una de cada tres mujeres reduce el número de horas mientras que los hombres lo hacen, uno de cada diez, v) porque el sueldo medio de las mujeres es un 16,4% inferior al de los hombres aun siendo sus resultados educativos iguales de buenos o incluso mejores que los de los hombres, sin que esa circunstancia se refleje en el mercado laboral. En el 2016 el 33% de las mujeres tenía estudios superiores frente al 29% de los hombres; y vi) porque los hombres al ascender con más frecuencia que las mujeres a puestos de responsabilidad reciben mejor salario.
Sólo uno de cada catorce cargos en consejos de administración está ocupado por mujeres y solo uno de cada veinte directivos son mujeres.
Ello conlleva a redundar en lo mismo. España necesita de forma inmediata una transformación cultural, social y educativa y mientras no se produzca el cambio seguiremos viviendo en una sociedad injusta. Se necesita, pues, integrar medidas de comunicación y de concienciación con políticas, legislaciones y planes de acción para la reducción de la desigualdad. Concienciarnos y avanzar en propuestas que favorezcan y propicien el equilibrio entre la vida laboral y profesional, que se facilite mayor flexibilidad y protección a los abogados y a las abogadas cuidadores, a los que tengan hijos, con modalidades de trabajo flexible y favoreciendo que no sean las abogadas quienes asuman necesariamente o en exclusiva la doble carga, la profesional y la familiar, promoviendo que los despachos y empresas puedan facilitar horarios adaptables a las necesidades familiares sin que redunde en su productividad.
Hay que acabar con la discriminación por maternidad logrando la corresponsabilidad por igual, con medidas igualitarias de oportunidad para ambos sexos equiparando el permiso por paternidad y maternidad, convirtiendo a ambos en iguales porque sólo así es como se podrá alcanzar la verdadera transformación social tan esperada y deseada.
Promover planes de igualdad de género en los despachos, empresas y auditorías. Legislar en defensa de una mayor igualdad y exigir que se cumpla con lo legislado. Poner en marcha herramientas que ayuden a aumentar la transparencia de los sistemas salariales que facilite identificar la brecha, en su caso. Copiar a los países que han conseguido que no exista o haya menos brecha salarial y van por delante en políticas de igualdad. En 2017, según los datos del último Informe Global de la Brecha de Género 2017 elaborado por el Foro Económico Mundial, Islandia se mantiene como el país con menor brecha de género, título que ostenta desde hace nueve años. Pues fijémonos y copiemos lo bueno de sus políticas.
Tras lo anterior, finalizo mis palabras animando a todos a luchar por conseguir la igualdad plena en nuestra profesión aun consciente de estar ante un reto muy elevado y trasversal. A día de hoy sólo cuatro países en todo el mundo lo han conseguido. Pero a eso debemos tender porque el día que consigamos que la igualdad en nuestra profesión y en todos los ámbitos de la vida sea una realidad, ese día nuestra sociedad habrá triunfado.
06/06/2018 | Últimas noticias E-Miramar